Momentos

Cuando nadie te gusta

La mayor parte de las veces es algo que se ve venir, no ocurre de golpe, no te levantas un día y dices: “Hoy no me gusta nadie”. Lo ves desde hace tiempo, tú lo sabes mejor que nadie, aunque a las primeras de cambio crees que es algo pasajero y no durará mucho. Te equivocas.

El vacío amoroso, es una etapa que alguna vez todos hemos pasado, sobre todo, si antes has tenido una actividad emocional muy fuerte y las cosas no salieron como querías, es más, podemos decir, que siempre aparece después de una gran decepción. El corazón, tras librar una cruenta batalla y salir malherido, crea como un duro caparazón, está harto de perder siempre una guerra que dura ya demasiado tiempo y que trajo consigo infinidad de batallas que también se perdieron. No aguanta más y da las pertinentes órdenes para que se te quiten las ganas de enamorarte de alguien. Cada día que pasa, notas casi sin enterarte, que estás más desencantado, más harto, más cansado y que ya nadie te gusta, nadie es capaz de llamar tu atención, aunque sea la persona más hermosa y bella del mundo.

Se crea una desidia que hace que pierdas el apetito y todo se vuelve gris alrededor; a todas esas personas que rondan cerca de ti les falta algo, les falta esa chispa, les falta todo. Piensas y crees que la conexión total no se dará nunca, o por lo menos en un largo periodo de tiempo. Es un paréntesis en el que intuyes, que “no te vas a enamorar, ni asombrar por nadie”.

Puedes buscar días y días en Tinder, en Pof, en todas esas páginas de citas y aunque al principio te emocionas, en la segunda conversación todo se viene abajo, es una continua desilusión con mayúsculas. Cualquier cosa que diga la persona que está al otro lado de la pantalla, y no te gusta, se hace un mundo, entonces… ya deja de gustarte, aunque realmente, nunca lo hizo, más bien era un espejismo forzoso de tu interior que se intentaba convencer de que sí podías, pero esa ilusión se esfumó en una décima de segundo. Y aunque al final continúas hablando con ella, por el hecho de pasar el rato, o a veces, por no ser descortés y maleducado, bien es cierto, que estas deseando que la conversación termine lo antes posible, o simplemente dejas de contestar y todo se acaba al fin. No tienes fuerza, todo es un espejismo, que no conduce absolutamente a nada.

Estas como muerto, ves pasar a todas esas chicas por tu lado y no hay nadie increíble, nadie que pueda llamar tu atención, nadie que brille más que el sol y que te deje ciego a kilómetros. Son todas grises, todas opacas, todas tristes y eso, en el fondo de tu alma, es también lo que buscas, simplemente por la necesidad de estar tranquilo, para curarte de lo que te han hecho, para volver a recomponer ese corazón hecho mil pedazos. Por eso la desidia se apodera de tí. Es una autodefensa, lo rechazas, de la misma forma que la gente rechaza algo que le gusta y  a lo que tiene miedo a la vez.

Pero aun así lo intentas, que alguien te asombre, que tu mirada hipnótica se clave en alguien y digas… ¡ella es única! Buscas en cualquier sitio que vas, en una fiesta, en una reunión, en un concierto, buscas a esa figura que brilla y se diferencia del resto entre un millón, aunque solo lo haga para tí, alguien que puede ser un reclamo, y entonces ocurre, allí está ella, una chica guapa, con una dulce mirada, te acercas, habláis cinco minutos y vuelta a empezar, te vuelves a decepcionar, pero en este caso, lo haces contigo mismo, porque sabes que no estas aún para nadie, que necesitas más tiempo para curar, para olvidarte de lo que te han hecho y que tu cabeza todavía retiene, creías que lo habías olvidado, pero no es cierto. Deja de interesarte en el mismo momento en que aparece un recuerdo del pasado y ves que esa persona que tienes delante no puede borrarlo. Aunque en un principio esta persona te guste, al poco ya hay algo que no te convence, su forma de mirarte, de agarrar el vaso al beber, de explicarse, su voz, no te gusta, porque aun la recuerdas a ella y la comparas y…las comparaciones, son odiosas.

Esa decepción va en aumento y ya decides que no darás un paso por acercarte a nadie, ni para preguntarle cómo se llama, ni para entablar una conversación, no lo haces, porque no tienes ganas ni fuerzas, no estás en esa onda, no estas para nadie. Absolutamente nadie te levanta el más mínimo interés, nadie es apetecible. Es una especie de nihilismo emocional, el Sr Marsault de El Extranjero de Albert Camus llevado al mundo de las emociones. Lo que realmente echas en falta en esta etapa, es esa falta de química con la que comienza todo y que ahora se retiró de tu alma, como lo hacen las aguas del mar antes de un maremoto.

Es todo tan raro, en otro tiempo, en otros duelos, te gustaban todas, les entrabas, te las ligabas y acababas comiéndole la boca en cualquier local en que las habías conocido, aunque eso también trae algo de vacío amoroso, porque tendrás muchas, pero tampoco te gusta ninguna, esto lo haces más bien para llenar tu ego, para saber que aun eres un gran cazador y que aun tienes ahí a fuera a quien le gustas. Estas victorias duran, lo que dura una noche de sexo, hasta el amanecer del siguiente día, en el que la realidad te trae ese vacío de nuevo. Y a pesar, de que te levantas y la ves a tu lado durmiendo plácidamente, mientras la luz del día ilumina su figura que se vislumbra por debajo de las sabanas, en el fondo, estas deseando que se marche cuanto antes, porque una vez más te sientes raro.

Llega un momento en el que te das por vencido, dejas de hacer todo lo posible para que el corazón vuelva a estar alegre y con ganas de nuevas sensaciones y es cuando lo enfocas todo de otra forma, sin obsesionarte buscas un camino distinto, el del medio, que siempre es el mejor, y así te das cuenta, que estar en esta situación durante un tiempo tampoco es del todo malo. Comienzas a darte cuenta de lo sanador que es este momento y que este vacío existencial es necesario pasarlo. No hay que buscar en ninguna parte, no hay que apurar nada, hay que sentir este proceso, porque es encontrarse con uno mismo. Pasar periodos sin que te guste nadie, también es sano, porque miras para tu interior, una mirada retrospectiva se vuelve hacia a ti y quizás esto, nunca antes lo habías hecho, pero lo necesitabas. Es una forma de cuidarse, de quererse y de estudiarse, el tiempo es para ti, tienes que invertir y comenzar gustarte a ti mismo, porque nadie mejor que tú te cuidará y es este tiempo de reflexión en el que estás a solas, en el que piensas todo lo que ha pasado y te ha llevado hasta ese periodo, porque las cosas salieron mal, porque te han herido de muerte, porque todo se fue al traste una vez más. Tampoco te puede asustar el pasar tiempo con uno mismo, aunque al comienzo esto nos parezca aterrador. Si al fin tienes la fuerza de hacer algo así, tienes que saber, que en este proceso estás poniendo el corazón a cero y es el momento de reiniciar. También tendrás que saber, que el camino lo cruzarás solo, sin interferencias, sin nadie a tu lado por muy maravilloso que éste sea.

Cuando no te gusta nadie, tu autoestima florece, sube como la espuma, porque esta no depende de nadie, no depende de querer agradar a alguien, de querer conquistarla, de querer sorprenderla. Cuando no te gusta nadie, no idealizas a nadie y eso, es una cura para tu autoestima. La mayor parte de las veces que nos gusta alguien, es porque nos sentimos vacíos y necesitamos alguien que complete ese vacío, si es así, estas por debajo de la otra persona. Nadie puede llenar tu vacío, solo tú  puedes hacerlo y una vez que está lleno y radiante, sí puedes buscar a alguien, pero como compañero o compañera, jamás como complemento de tus carencias.

En el fondo quieres que esto sea así, de hecho, lo intentas, pero esto dura lo que dura en llegar la primera imagen a tu mente de la desidia. Luchas contra esta falta de emoción, porque, todos queremos una aventura, como enamorarnos y que nos enamoren. Y sabes que eso volverá a ocurrir, pero quizás más tarde que pronto y eso es lo que te mata por dentro, este caminar por medio de un desierto inhóspito, en el que no se ve nada a kilómetros a la redonda. Así que ya no fuerzas nada, ya no intentas ir a los lugares para conocer gente, chocarte con ella y así creer que aparecerá alguien interesante, simplemente lo dejas todo fluir, sin las malditas expectativas que lo distorsionan todo. Tienes que relajarte y observarlo todo, como si estuvieses en el cine, en una sesión de tarde en la que no hay casi nadie, a pesar de ser una buena película. Quizás, si haces así, en mitad de la sesión alguien se siente a tu lado, aun estando el resto de las butacas vacías, te gires y salte la magia, en el mismo instante en el que ya no esperabas nada.

Jordi Cicely

Canción para escuchar en bucle: I Promise (Radiohead cover) – Anna Klein

Este es el lugar donde descansan las emociones de un escritor curioso, aventurero, emocional, romántico, caótico, tozudo, insensato, sensible, tenaz, persistente, impulsivo, vital, soñador... y que cuando se mira a un espejo y se queda un rato en silencio, se ve como un viajero incansable, amante pasional, escritor espontáneo, amigo infranqueable. Mis pasiones: La música (la Psicodelia, los Oldies, lo Sixtie, el Brit Pop, Queen y Freddie Mercury, el Indie, el Shoegazing, Brian Wilson y los Beach Boys, el Pet Sounds), la literatura, los relatos, la Generación Beat de Jack Kerouac, el existencialismo de Camus, los poemas de Rimbaud, El Principito, los viajes por el mundo, cinco ciudades inolvidables (Braga, Londres, Brighton, La Habana y Hong kong), el cine de Larry Clarck, Godard y la Nouvelle Vague, la serie Doctor en Alaska, el pueblecito de Cicely, el movimiento Mod, el British Style, la marca Fred Perry, la cerveza Superbock, la Holanda de Cruyff del 74, el Budismo, la noche en silencio, Latinoamérica, las chicas misteriosas, la vida...que es un suspiro. Solamente una cosa más: Si quieres perderme, sólo tienes que mentirme.

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