Momentos

Reencuentro

Llegó la hora, una espera de un año por medio, una espera de millones de emociones de todas las clases que recorrieron el corazón y la cabeza. Desde el odio al perdón, desde el amor a la indiferencia, una batidora existencial girando a la velocidad de la luz, que ha hecho que veas todo de otra forma y ya nada sea igual que antes.

Fue ella la que te dijo de quedar de nuevo y volverse a ver, aunque sea solamente para dejar las cosas en paz. Te lo pidió, como te lo había pedido hace un año, como mejor sabe hacerlo, con esa voz que ella tiene y que hace que te derritas ante cada una de sus palabras. Tú ante esto, estás totalmente indefenso… sólo te queda obedecer.

Tu cuerpo tirita ante la posibilidad de encontrarse de nuevo, de revivir algo que fue muy corto pero con una intensidad descomunal y sabes, que en el fondo que aunque lo intentaste alejar, desbingüarte o expulsarlo, sólo querías que esto pasase una vez más.

Primero ella duda, tiene un plan para el domingo, salir a dar una vuelta, un paseo, ir a almorzar y hablar, pero al día siguiente, una borrasca de lluvia, nieve y viento se convierte en un gran aliado, pues con algo así no hay plan, sólo queda una opción, volverse a ver en su casa, donde comenzó todo en aquel encuentro sin precedentes. Pero ella al comienzo, es reacia a que esto ocurra, porque dice no estar preparada para que tú entres de nuevo en su refugio y no te queda más remedio que acatarlo, es más que comprensible. Pero después de mucho pensarlo, cambia de idea, dice que os veréis en su casa, no hay mejor lugar que ese para pasar un día de puro invierno. Es entonces cuando la imagen de todo lo que sucedió y todo lo que puede suceder, crea en tu cabeza un terremoto de magnitud devastadora que sacude todo tu cuerpo, hasta el corazón parece pararse por momentos. Dicen los sabios, que no hay mejor manera que enfrentarse a los desafíos que ir al mismo lugar donde estos se forjaron y eso es lo que va a suceder.

El día y la noche anterior estás nervioso, el tiempo pasa lentamente, te sientes raro, es una sensación que mezcla el miedo y ganas de que esto ocurra al fin. A ella le pasa lo mismo, cuando te confiesa que tiene pánico de que al verla de nuevo y tú al idealizarla tanto durante este largo año, no te parezca tan especial, tan guapa, tan dulce, veas que todo fue una ilusión, te desilusiones y te marches, aunque sabes que los dos estáis deseando veros una vez más.

Llega el día y entonces, coges el coche y sales en su búsqueda, por el camino que has hecho hace un año para veros por primera vez, pero esta ocasión con la ilusión multiplicada por dos, porque vais a solucionar las cosas, porque os comeréis a besos según os veías y en las segundas partes siempre ocurre lo que se dejó sin hacer en las primeras, ¿Quién ha dicho que nunca son buenas? El trayecto es un regalo para tus sentidos, disfrutando cada paisaje que se extiende a ambos lados de la autovía y que te van marcando los kilómetros que te quedan para llegar a junto ella.

Y llegas delante de su casa y aunque llueve a cántaros y te estas empapando y tus huesos se estén entumeciendo del frío, no puedes dejar de mirar para la ventana de su ático, mientras decenas de imágenes de la primera vez vienen a tu cabeza, para recordarte que lo bueno aún está por llegar. La llamas y ella baja abrirte la puerta, porque no funciona el portero y esa espera de volverla a ver después de un año se hace un calvario, cuyo dolor se esfuma nada más aparecer ella de nuevo delante de ti, al otro lado del cristal de la puerta. Su color de piel, su sonrisa, sus ojos, su figura, forman una aparición perfecta, que se vuelve real al abrirte la puerta y acercarse a ti. Notas su olor, ese que no has podido sacarte de las narices en un año y es cuando se acerca para darte dos besos, que están más cerca de los labios que de la mejilla y aunque dudáis, sois corteses en un principio. Aunque esto, se pierde cuando ella te manda pasar adentro del portal y ya no os aguantáis y cae el primer beso del día, largo, lleno de sed, que da paso a que perdáis las formas y que os comáis la boca sin parar y que lo sigáis haciendo en el ascensor mientas sube. Luego te abre su refugio, la puerta del paraíso abierto de par en par y nada más entrar, un montón de recuerdos que  vienen a tu mente de lo que sucedió hace un año y ves que nada ha cambiado, que lo recuerdas exactamente igual, salvo su portátil, que lo ha cambiado de lugar. Ella educada como siempre, te pide que te sientas cómodo y es todo lo que puedes hacer, sentirte así de bien en aquel lugar que creías nunca más volvería a pisar.

Es aquí donde aparece el primer gran momento en forma de un abrazo descomunal y lleno de fuerza entre ambos, no os queréis despegar, no queréis que este momento se termine, por eso, cada vez os agarráis con más fuerza y vuestras manos comienzan a recorrer la espalda de cada uno. Cierras los ojos y esta sensación placentera se agudiza, mientras escuchas los suspiros que ella saca del fondo de su alma y que han estado escondidos durante este largo tiempo en el que estuvisteis separados, pero no tanto como os creíais. Este abrazo es un puente, entre la primera vez que os visteis y este justo momento, borrando todo lo malo, toda la soledad y la angustia que pasasteis por momentos.

Su mirada, dulce y cómplice, guarda un montón de sentimiento dentro, es cuando sabes con toda la certeza del mundo, que ella también siente mucho por ti, aunque no lo diga, aunque a veces se haga la dura y diga lo que no es, lo sabes, porque esa mirada suya destila nostalgia, sentimiento y mucha emoción, son esas miradas que nunca olvidaras, a las que recurrirás cuando creas que todo está perdido, esa mirada la delata, la pone entre la espada y la pared, por eso mismo, mira a otro lado como si nada pasase. Tiempo en el que aprovechas para ver su figura, esa que ha mejorado en este último año. No ha perdido magia, no ha perdido belleza, no ha perdido absolutamente nada, está toda en un conjunto mejor que nunca y entonces se acerca y su tacto en tu cabeza al tocártela para darte una caricia, deja sobre ti un manto de tranquilidad que durara unas cuantas horas.

Y empezáis a hablar, todo lo que os ha pasado este largo periodo, de pequeños secretos que darían para un libro entero, de los estados emocionales que atravesasteis y que comenzaron con el odio y la rabia para dar paso a otros más benévolos, razón por la cual, ahora estáis los dos juntos en ese ático minúsculo. Cómplices una vez más, amigos una vez más, amantes una vez más…Incluso te pide que le leas uno de tus más queridos relatos, porque a ella le encanta que se lo hagan y cuando esto ocurre y haces una pausa entre párrafo y párrafo para descansar, la miras una vez más y ella te está observando fijamente, con sus ojos brillantes clavados en ti. El escritor y la musa frente a frente, regalándose un momento amoroso bien merecido.

Y ella, te confiesa que tiene ganas de hacer cosas juntos, aunque a veces dude de que esto salga adelante, porque sus heridas aún están abiertas, aunque sangrando mucho menos que hace una semana. Tiene miedo, porque esto sea aun espejismo, que sólo busque emociones fuertes para luego escribirlas y la deje nada más absorberlas para ti, tiene miedo a engancharse perdidamente y que te marches, tiene miedo a recibir un golpe otra vez mas a su corazón herido y es en este momento, cuando más cerca estáis de toda vuestra existencia, porque tienes que acercarte, convencerla, enseñarle que eso no pasará, por esa razón estás allí con ella, después de esperar un eterno año, para volver a enamorarse, para volver a disfrutar de una historia enorme, corta y que quedo inacabada.

Y allí, al fondo de la minúscula sala, está el sillón, grande, acogedor, vacío, incluso silencioso, en el que ella te pide que os sentéis y nada más posaros sobre él, lo que hacéis es acostaros, siempre muy juntos, uno encima del otro, con infinidad de besos, caricias y susurros ininteligibles. Y ese mismo lugar, el que más utilizareis en este reencuentro, en el ocurren todas las cosas buenas e imborrables de este gran momento. Siempre con el sonido de la lluvia cayendo sobre las ventanas inclinadas, que hace todo sea más acogedor y también las canciones de Jorge Drexler y Bon Iver, que suenan una tras otra, en la lista del Spotify creada para la ocasión.

Y lo que sería para el resto del mundo una tarde aburrida de invierno duro, para vosotros es un oasis de tranquilidad, de sosiego e incluso de alegría, esta última creciendo cada vez que os dais cuenta que os volvéis a gustar como la primera vez, que todo siguen con la misma fuerza y sobretodo, que os perdonáis todo el daño causado, porque sabéis que comienza una etapa nueva y esperanzadora entre los dos. Y aunque hay mucha desconfianza entre ambos, con el paso de las horas y el ver que os sentís cómodos, esta horrible emoción se desprende. Pero antes, tenéis que caminar con precaución de no caerse, pero con la certeza de que esto no ocurrirá, porque al final de este estrecho puente, está lo que lo que ansiáis.

La tarde pasa y sin quererlo os quedáis dormidos sobre el sofá mientras la música suena y la lluvia cae a mares y ella abrazada a ti, haciéndolo con tanta fuerza, que casi te oprime el pecho, pero no harías nada en este mundo para que se moviese y dejase de hacerlo. Su forma de cogerte, de tenerte cerca de ella te hipnotiza, te hace sentirte vivo, sabiendo que toda está espera ha merecido la pena.

Y en las últimas horas que le quedan a este fantástico día emocional, hacéis todo lo que se os pasa por la cabeza, merendar, besaros un millón de veces más, bailar, reíros, miraros al espejo juntos, sacaros fotos, sentiros entre los brazos el uno en el otro, hacer el amor…hay que festejar este momento imborrable y que dará lugar a más momentos como este o incluso más grandes…

Y así acaba un día perfecto, aunque fuera sea todo lo contrario y piensas en todo el camino que has pasado hasta llegar aquí de nuevo y piensas que esta historia al fin tendrá un final feliz de cuento, de esos que te contaban cuando eras niño y terminaban siempre con aquella frase: “Y fueron felices y comieron perdices” y recuerdas que cuando te decían esta frase, siempre venía a ti la misma pregunta ¿Qué viene después de las perdices? Hoy sabes, que muy pronto tendrás la respuesta, esto es el comienzo de una bonita historia.

Fin de la primera parte.

Canción para escuchar en bucle: Young Adult Friction _ The Pains Of Being Pure At Heart

 

Jordi Cicely

Este es el lugar donde descansan las emociones de un escritor curioso, aventurero, emocional, romántico, caótico, tozudo, insensato, sensible, tenaz, persistente, impulsivo, vital, soñador... y que cuando se mira a un espejo y se queda un rato en silencio, se ve como un viajero incansable, amante pasional, escritor espontáneo, amigo infranqueable. Mis pasiones: La música (la Psicodelia, los Oldies, lo Sixtie, el Brit Pop, Queen y Freddie Mercury, el Indie, el Shoegazing, Brian Wilson y los Beach Boys, el Pet Sounds), la literatura, los relatos, la Generación Beat de Jack Kerouac, el existencialismo de Camus, los poemas de Rimbaud, El Principito, los viajes por el mundo, cinco ciudades inolvidables (Braga, Londres, Brighton, La Habana y Hong kong), el cine de Larry Clarck, Godard y la Nouvelle Vague, la serie Doctor en Alaska, el pueblecito de Cicely, el movimiento Mod, el British Style, la marca Fred Perry, la cerveza Superbock, la Holanda de Cruyff del 74, el Budismo, la noche en silencio, Latinoamérica, las chicas misteriosas, la vida...que es un suspiro. Solamente una cosa más: Si quieres perderme, sólo tienes que mentirme.

4 Comments

  • laugurut

    No podía existir ningún otro final mejor!!! Fin de los miedos,temores y desconfianzas.Las heridas van cicatrizando y poco a poco todo vuelve a su cauce….el tiempo todo lo cura
    Y el destino está ahí, siempre…si antes no pudo ser, pues por algo seria.Ahora en cambio a llegado el momento 😘😘😘😘

  • Flor

    Los finales felices tienden a estar mal vistos en la narrativa por manidos y predecibles, pero esto es un regalo y toda una lección sobre el amor y lo que implica. Y como todo en la vida, no hay resultados sin esfuerzo. Si uno de los dos hubiera abandonado en medio de la contienda, el final hubiera sido más dramático, o quizá se habría quedado en el limbo, como todas esas historias inacabadas que recordamos con un «y si…».

    Afortunadamente habéis sido valientes y eso, independientemente de como se desarrolle el romance, lo es todo.