Momentos,  Pensamientos

No te echaré de menos

Al fin puedo escribir acerca de ti sin que me dé un vuelco el corazón, sin que se me aprisione el pecho y me dejes esa sensación inerte tan rara y odiosa a la que ya estaba acostumbrado y que siempre me acababa por traer la cabeza loca porque nunca sabía cuándo iba a terminar.

Pero ahora puedo hacerlo porque ya no me dueles dentro, ni tampoco te extraño, como sucedía en aquellos días en los que estaba solo y que de manera extraña era cuando más sentía tus abrazos. Joder, que bien estoy ahora sin ti, lo digo sin ningún tipo de despecho, ni de mentira escondida en un envoltorio de verdad con sabor a autoengaño. Lo vuelvo a repetir, que bien estoy sin ti. Ya no tengo esa necesidad de escribir para evadirme de todo lo que significas, porque como te imaginabas, lo hacía para intentar olvidarte, aunque creo que eso ya lo sabías y también la gente que me leía. Era un secreto a voces que la mayor parte de mis historias hablaban de ti, así sin tapujos, sin prejuicios, abriendo mi alma para sentirme bien, aunque eso me valiese mostrar todas mis carencias, mis debilidades, mis vergüenzas…mi alma volaba en cada párrafo que salía de lo más hondo de mi corazón porque te sentía con una fuerza desgarradora.

Pero jamás me importó que me viesen débil, o quizá demasiado fuerte, por aguantar tanto ahí adentro el sufrimiento que venía alimentado del tacto suave y díscolo de tus abrazos, que me estrujaban cuanto más duraderos eran.

Con aquella intensidad abrumadora que salía de tu boca para meterse en la mía, me puse un buen día a escribir como un loco.

Y hora que está a punto de salir mi primera novela ¿te acuerdas de cuando me rondabas? Días en los que tú me tenías a mí y yo a ti, tan cerca los dos, enredados en ese estúpido y peligroso juego del que no sabe muy bien lo que quiere. Nuestra montaña rusa particular de emociones sin sentido. Con aquella intensidad abrumadora que salía de tu boca para meterse en la mía, me puse un buen día a escribir como un loco. Era por ti, era para ti, era de ti y en este momento, en que estas emociones están a punto de salir al mundo resguardadas en la figura de un libro, me doy cuenta que no merecías ni la primera línea de todas las que he escrito. Quizá me pudo tu embrujo, pero en estos tiempos en que te veo tal como eres, creo que podría escribirla sin tenerte a mi lado, sin sentirte en cada poro de mi piel cada vez que me acariciabas. Lo tengo claro, hoy podría escribirla sin ti, sin tu presencia o tu ausencia, ¡qué más da, no eres nada! Y en este lugar de reposo que me juré construir cuando decidí escapar, leo mi creación de principio a fin y siento un tacto suave en mis dedos al tocar las páginas del único ejemplar que hay hasta el momento recién salido de la editorial para echarle un último vistazo definitivo para encontrar alguna errata. Soy consciente de que si no existieses, podría hacerla de la misma manera, pero además estaría bañada de un color ocre que trae arrastras la tranquilidad que hoy tengo entre mis dedos, sin el ansia de evitar que se escape al abrir de repente mis manos, en un acto reflejo que anuncia que el cuerpo se ha relajado del todo. Ese estado indefinido que jamás nos acompañó el tiempo que estuvimos juntos.

Escribo otras historias, que narran otras cosas que brillan con mucha luz, lo cotidiano y la calma al fin crean párrafos, lo consigo porque no tengo el peso de nada tuyo en mis noches de escritura, lo hago porque tú ya no estás.

Maldita enfermedad la tuya, maldito enfermo yo, con ese apego mugriento del que no me podía separar de ti y eso que lo intentaba, porque sabía que no eras buena para mí, aunque a veces me llevases en volandas a tocar las nubes con los dedos. Momentos de subidón que duraban un segundo y que tenían el gran poder de engancharme para siempre, para luego caer una vez más al precipicio, en caída libre, sin que por lo menos tú me estuvieses esperando con los brazos abiertos para amortiguar el golpe. Tu figura era el hilo débil que se extiende por un acantilado y sobre el que siempre se cruza sabiendo que te vas caer y al otro lado no hay nada que merezca la pena. Maldita sea, fui tan necio, creí que te podía olvidar sin consecuencia alguna, creía que te podía dejar sin más, no pude…tu ausencia duraba lo mismo que mi alegría en aquellos días turbios y llenos de lluvia.

No sé por qué me abracé a ti con tanta intensidad, no lo sé, lo pienso y no encuentro sentido al entrar cuando me abriste la puerta de tu casa ¿Por qué lo hice? ¿Por qué me costaba tanto salir de ella? ¿Por qué lo dejábamos y volvíamos? ¿Por qué tiritaba y sentía frío? Te lo preguntaba una y otra vez y solo parecía escucharme el silencio.

Ya no estás a mi lado, para sentir la fragancia que dejan a su paso las victorias que llevan su tiempo.

Lo que más me jode es esa impotencia de no poder mirarte a los ojos ahora que esta novela ya se ha terminado. Ya no estás a mi lado, para sentir la fragancia que dejan a su paso las victorias que llevan su tiempo. Estoy seguro de ello, porque ahora puedo decir tu nombre sin que me de vergüenza que el mundo lo sepa, sin que se me posen esas horripilantes y a la vez dulces mariposas en el estómago, adiós maldita ANSIEDAD, que al fin sí te he soltado. Espero que nuestros caminos no se crucen nunca más.

Pero gracias por bajarme a los infiernos, por enseñarme mi peor versión, para luego volver a poner los pies sobre la tierra húmeda, esa que me calma y da de mí lo mejor: hojas, pero en forma de un libro.

No te echaré de menos.

Jordi Cicely.

Canciones para escuchar en bucle: Fifteen – Goldroom

 

Este es el lugar donde descansan las emociones de un escritor curioso, aventurero, emocional, romántico, caótico, tozudo, insensato, sensible, tenaz, persistente, impulsivo, vital, soñador... y que cuando se mira a un espejo y se queda un rato en silencio, se ve como un viajero incansable, amante pasional, escritor espontáneo, amigo infranqueable. Mis pasiones: La música (la Psicodelia, los Oldies, lo Sixtie, el Brit Pop, Queen y Freddie Mercury, el Indie, el Shoegazing, Brian Wilson y los Beach Boys, el Pet Sounds), la literatura, los relatos, la Generación Beat de Jack Kerouac, el existencialismo de Camus, los poemas de Rimbaud, El Principito, los viajes por el mundo, cinco ciudades inolvidables (Braga, Londres, Brighton, La Habana y Hong kong), el cine de Larry Clarck, Godard y la Nouvelle Vague, la serie Doctor en Alaska, el pueblecito de Cicely, el movimiento Mod, el British Style, la marca Fred Perry, la cerveza Superbock, la Holanda de Cruyff del 74, el Budismo, la noche en silencio, Latinoamérica, las chicas misteriosas, la vida...que es un suspiro. Solamente una cosa más: Si quieres perderme, sólo tienes que mentirme.