El duelo que te sanará
El duelo, es una palabra de por sí, te trae un sinfín de malas sensaciones y nadie quiere padecerlo, ya que solo hay un duelo, cuando anteriormente hubo una muerte. No precede nada bueno y eso nos crea una especie de vértigo emocional, que nos asusta antes de que llegue a nosotros. Aun así, necesitamos pasarlo, porque sin él, no hay sanación posible y evitarlo, es retrasar nuestra propia cura, por muchos rodeos que demos, para creer que podemos llegar a la meta sin encontrárnoslo.
La tormenta que tenemos que ver pasar, es el duelo en su esplendor, que, como el ojo de un tornado, arrasa todo cuanto se encuentra a su paso sin miramientos, pero en este caso, en vez de resguardarte, debes permanecer a la intemperie con los ojos bien abiertos y los sentidos a flor de piel.
Cuando te dejan, cuando se marchan, cuando la historia no funciona, en una frase, cuando te hacen daño, tienes que alejarte, inhibirte de todo lo que te rodea y al mismo tiempo maldecir al mundo un millón de veces, porque si es lo que sientes, tienes que hacerlo. Aunque esto no sea por tu culpa, es lo único que puedes hacer. Cuando te han robado el alma y el corazón esta restregado por el suelo en mil pedazos, pocas más salidas te quedan. Alejarte de todo es lo mejor, ahondar hacia dentro de uno, aunque el resto del mundo no lo entienda y la gente que tienes alrededor te mire de forma extraña, cosa que no tiene que importarte, ya que es tu única vía de escape. Ese dolor que arrastras es tuyo y nadie más puede compartirlo con la intensad que lo estás viviendo.
Además, a la persona que te lo causó, no le importa una mierda, así que, impórtate tú y si lo que realmente que quieres es curarte, tienes que desaparecer y lamerte las heridas, como hace un perro después de una pelea encarnizada. Adentrarse en uno mismo es lo mejor, ahondar en tu interior y saber porque las cosas salen así de mal y se repiten una vez tras otra. Algo falla y es hora de encontrarle la solución, ya no se puede seguir mas así, sino, esta canción se repetirá, relación si y otra también.
Pasas por un montón de estados emocionales distintos, aunque los que más perduran al comienzo son los del rencor, la desconfianza, la tristeza, el cansancio…de siempre lo mismo, de porqué los demás salen victoriosos y tu acumulas una derrota tras otra. Las típicas preguntas que te haces y que inconscientemente sabes la respuesta, en cambio no quieres aceptarlas. Estas emociones se agolpan sobre ti, porque hay relaciones que se acaban, pero el amor sigue vivo. Algo que complica la transición hacia una nueva vida sin la persona amada y ésto es lo que hace que tu corazón no quiera asumirlo y crea un montón de disfraces a su medida para tapar su tristeza.
El peor momento, es el de la rabia que viene acompañada de la culpa, rabia, porque no quieres ni verla delante, desconfías de todo lo que hizo, sobretodo de todo lo que te dijo, esas promesas que se quedaron en el aire y que jamás se volverán a materializar y eso es lo que te está quemando por dentro, lo que hace que cada recuerdo vuestro ya no sea bonito y venga envuelto en una rabia descomunal. Más tarde aparece la culpa, porque siempre te queda esa duda de si lo hiciste todo lo bien que podías haberlo hecho. Piensas, que quizás por tu culpa todo se fue a la mierda, porque le diste una velocidad de vértigo a vuestra historia, porque no lo has dado todo y podías haberlo hecho mejor, crees que has caído en los mismos errores de antes y no has aprendido nada. Realmente, no aparece en tu alma una emoción buena que pueda darte un respiro.
Creemos que este proceso es un túnel a oscuras sin salida, pero lejos de ésto, es el camino más importante que vivirás en vida, junto con su cara opuesta, el de la aventura de enamorarte, ya que, en éste, realizarás la limpieza interior más importante que vivirá tu corazón. Después de ésto, ya nada será igual, porque ya no verás las cosas de la misma manera, ya no sentirás las emociones con la misma intensidad. Una nueva perspectiva de todo acaba de nacer dentro de tí.
Cuando estás en mitad de duelo, tienes una extraña sensación, que viene dado par una ausencia de emociones y sentimientos. Este momento, paradójicamente, es el más intenso, el que más sufres, porque crees que estás muerto, o muerto en vida, que muchas veces es peor. Es el momento de cuando no te gusta ni te seduce nadie, y aunque verás pasar a mil chicas por tu lado, ninguna te llamará lo más mínimo la atención, ni personal, ni física, ni sexualmente. Y en este mismo instante, se crea dentro, una frustración enorme, porque quieres y no puedes. Y también, porque tienes un miedo terrible a no volver a sentir nunca más nada por nadie, crees que lo que has sentido antes con esa persona en los tiempos de vino y rosas no se repetirá jamás. Y también tienes pánico, porque nunca más tengas unos momentos íntimos de caricias y besos en mitad de la oscuridad, como has tenido tantas veces antes y que se repiten una vez tras otra en tu cabeza, día sí y día también. Y estos recuerdos, en vez de aliviar, martirizan, porque sientes que tocas el cielo, pero esta sensación se desvanece nada más volver tu cabeza a la cruda realidad. Deseas esos momentos de plenitud emocional, de la misma manera que la luz del sol nada más subir la persiana en un invierno duro y lluvioso, pero para que esto vuelva a ocurrir, necesitas que tu corazón vuelva a latir de aquella manera y eso ahora es imposible, como lo es encontrar a alguien que te haga sentir aquello, tardará mucho en que esto ocurra y esto también te deja una sensación amarga de frustración e impotencia. Y cuando ya te das por vencido, porque sabes que el paso por el desierto emocional es largo y tendrás que hacerlo solo, sabes que no te queda otra más que relajarte, tomar las cosas como te vienen y dejarlas pasar.
Sabes que hay esperanza, la ves reflejada, en alguna amiga que te cuenta que está conociendo a alguien, la ves emocionada y con los ojos abiertos como platos cuando te describe como siente lo que le está pasando y a tí, no te queda otra más, que sentir envidia sana por ella y la tomas como modelo y meta para un futuro, para volver a sentir lo que le está pasando y deseas con locura, pero también te pone triste, el pensar, que ésto hace un tiempo para ti era impensable, ya que te ilusionabas enseguida y todo era fantástico al segundo…te han herido fuerte esta vez y sabes, que tardarás en estar bien…
En este instante, cuando uno más echa de menos el calor de esa persona al lado, como el que os brindabais en la cama cuando dormíais juntos, sentir esos abrazos que saciaban el cuerpo que deseaba ser agarrado. Y con nostalgia, recuerdas esas noches en las que no pasaba nada, pero a la vez lo tenías todo. Solo con ella al lado y en la que apenas te movías, para que ella no se despertase y así poder observarla tranquila con su cabeza apoyada sobre la almohada. Y tu tristeza vuelve una vez más, porque sabes, que ahora no hay nadie sobre la faz de la tierra que pueda darte ese calor en las noches, aunque sus brazos sean dulces y fuertes, aunque su cuerpo destile un calor de mil demonios. Nadie puede traerte esa preciosa sensación, la de estar al lado de la persona correcta en la oscuridad de la noche.
Y todo esto se agranda a niveles estratosféricos cuando hace acto de presencia la nostalgia y la melancolía, quizás, la parte más puta del duelo. Porque con estas dos compañeras de viajes, todo te parece la ostia y lo único que consigues es que idealices e idolatres cualquier momento pasado con ella, aunque en realidad no sea más que un momento normal. Esto lo verás mejor, cuando con el tiempo conozcas a alguien nuevo, cuando ya estando curado del todo y de un plumazo, esta nueva persona, borre todos esos recuerdos y los deje en una posición ridícula. Y tú te harás esa pregunta y siempre en voz baja una y otra vez ¿y yo me volví loco por aquello?
Y ahora, que ya estás en la recta final, descubres la primera gran lección que te ha dejado este proceso sanador, ahora sabes mejor que nunca, que es lo que no quieres, lo que vas a evitar en un futuro y sabrás escoger mejor lo que te venga de frente. Aun así, nada te garantiza que vuelvas a caer en otra historia igual.
Luego llega el momento que más esperabas, viene en forma de tranquilidad, con un cierto aire de sosiego, era algo que necesitabas desde hacía tiempo. Pero por una razón o por otra, jamás te habías parado en ver que lo querías de verdad. El fin del duelo, se presenta en forma de ausencia emocional y a la vez aceptación de la misma. Tu mente y tu corazón se rinden, y una retirada a tiempo, siempre se dijo que era una gran victoria. Es hora de dejar de correr detrás de la liebre y dejarla marchar, que se pierda por el bosque, que campe a sus anchas y en vez de coger aire para volver a comenzar la carrera, disfrutar de verla en libertad, de ver como se aleja de tí sin el más mínimo rencor. La palabra que mejor define todo este loco y traumático periodo es: aceptación, tienes que aceptar que es lo que hay, te guste o no, sin esta palabra, no hay fin del duelo. Aceptar que la historia se ha terminado, que ella se ha marchado, que no volveréis, al menos en un largo periodo de tiempo, que todo lo que te dijo se quedará en nada y, sobre todo, aceptar que lo que viene después será inmensamente mejor. Cuando sientas algo parecido, sabes que estarás curado y algo enorme y nuevo vendrá a tu vida, o quizás algo del pasado, totalmente transformado. De ahí ese dicho que alguien dijo una vez una frase muy sana, esperanzadora y cierta: «Si amas algo, déjalo libre. Si vuelve es tuyo, si no, nunca lo fue«.
Jordi Cicely
Canción para escuchar en bucle: Hero – Family Of The Year
3 Comments
Isa Pichel
Cierto, amigo.
Serena calma invade el espacio en que respiro. Acepto la vida con sus presentes. Qué experiencia haber amado, es la vida, dar y recibir.
Ojalá, amigo Cicely lleguen nuevos latidos intensos a tu presente, llenos de acontecimientos maravillosos que ni siquiera hayas imaginado. Y lleguen nuevos relatos a este espacio de interacción virtual
Lo deseo hago mío, pues mi camino ha pasado por estaciones paralelas y agradezco estos episodios que me han permitido ordenar las etapas vividas.
Gracias
laugurut
Entablar una nueva relación prematuramente, sin haber resuelto el duelo no es saludable ni para ti ni para la otra persona. “Un clavo no saca a otro clavo”, Es probable que cada vez que te sientas “enamorado” en realidad estarás “necesitado”. En lugar de enfrentar el dolor, estarás buscando a una persona que te cuide o te acompañe para que el tiempo pase más rápido y no estar solo, pero no a una pareja.
No es tampoco una solución aislarse, huir y dejarlo todo. El dolor lo llevamos por dentro, nos seguirá a donde vayamos y eso nadie lo puede cambiar
Estacionarse en una de las fases del duelo significa detener el proceso y seguir sufriendo. Deja que el despecho se elabore. No te detengas, deja que fluya y trabaja en tus emociones y sentimientos en cada etapa. Desarrolla las técnicas necesarias para manejar mejor tus emociones.
El amor no se obliga. Es más saludable vivir nuestro duelo, nuestro despecho y salir adelante sin rencor, sin culpa. Perdonando y olvidando. Viviendo y dejando vivir.
Tiempo al tiempo……
Como siempre me has dejado con ganas de más Jordi 😊😉
Esteban
Hola amigo creo que lo que dices es una de las mil formas que uno encuentra para sanar y salir adelante. Me parece bien, pero solo podre decirte algo… ¿Sabes si esa persona sufre tanto como uno?. Entonces yo aprendí algo, aunque me duela, trato de salir adelante y pensar en cosas mucho mas lindas, se que es difícil así. Lo que dices, todo ser humano a pasado por eso. Pero el remedio y la vía mas corta para salir adelante es quererse uno mismo, ir al gym y verse mas guapo, ocupar la mente en otras cosas. Pero igual te digo, muy lindo lo que escribes.